Hoy voy a invitarles a un paseo por Aviñón, o Avignon. Si buceamos un poco en la historia de esta ciudad, nunca se sabe por qué recordarla. Es de lo más completita. Están desde los famosos Papas, siete de orden y dos antipapas que residieron en esta ciudad en el siglo XIV; el soberbio puente también conocido como el Pont St-Bénézet, puente medieval sobre el emblemático Ródano, que cruzaba desde la ciudad de Aviñón hasta Villeneuve-lès-Avignon. La leyenda atribuye su construcción a la inspiración del niño San Benezet, y en la actualidad, el tiempo pasa para todos, solo le quedan cuatro de los ventidós arcos originales; el festival de teatro, las señoritas que inmortalizó el insigne Picasso y por tener, tiene hasta su ruiseñor, el más famoso del mundo. Mirelle Mathieu la genial cantante conocida como el ruiseñor de Aviñón.
Está situada en el corazón de la Provenza, dentro del ámbito de la cultura occitana que ha producido últimamente tanta pseudo novela; es una ciudad, con categoría de villa, de rico patrimonio protegido, como lo demuestra la declaración, en 1995, del centro de Aviñón como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Dentro de la arquitectura civil destaca el Ayuntamiento (Hôtel de Ville), un edificio moderno con un campanario del siglo XIV, y el antiguo Hôtel des Monnaies, situado frente a la entrada principal del palacio. Fue edificado en el siglo XVII y fue utilizado como conservatorio nacional de música hasta hace un par de años.
Pero si no olvidamos in poco de la historia y nos dejamos caer por la ville durante el mes de julio, podremos disfrutar del ambiente de su festival de teatro. Veremos como todos o casi todos los comercios se involucran y cuelgan en sus frontales, escaparates y calles los carteles artesanos de las múltiples compañías que desde los lugares más variopintos del planeta, se dejan caer por su festival. En su zona peatonal, las calles Joseph Vernet y St-Agricol, el barrio de la Balance y la gran calle de la République eje de la ciudad vieja, que muestran una vasta oferta de los productos típicos de la Provenza, telas, manteles, cerámica variada, lavanda, jabones, etc., hasta la más modesta boulangerie encontraremos la misma y variopinta cartelería de esas pequeñas compañías teatrales que buscando su lugar al sol, quizá encuentren sus cinco minutos de gloria en la ciudad de los papas y de la pequeña –gran- Mireille Mathieu.
Aunque personalmente prefiero hacer este tipo de viajes en coche, como parte de un conjunto, Aviñón esta a menos de 500 kms de Barcelona, por la importancia estratégica que tuvo en el pasado, está muy bien comunicada. Tiene aeropuerto aunque no vuelos directos con España, pero se sitúa a media hora de tren de Marsella, donde hay vuelos baratos desde varias ciudades españolas, hora y media en coche, muy cerca también de Nimes, Orange y Montpellier. A la altura de Aviñón la línea de alta velocidad que viene Paris y Lyón se parte en dos, un ramal va hacia Nimes, Montpellier y España, el otro hacia Marsella, Niza e Italia. Eso permite que la ciudad se una en apenas dos horas y media con Paris situado a casi 800 km. Increíble si tenemos en cuenta que es el mismo tiempo de un ave Madrid - Sevilla que están separadas por 300 kms menos. ¿Chauvinistas? A veces con razón.
Y después de un duro día de pateos y visitas, nada mejor que terminar con una cena en cualquiera de los establecimientos populares de la zona peatonal o cerca de la catedral, donde podremos saborear una cassuolet, que es una especie de fabada franchute fuertecita, bien regada de algún vino con denominación Cotes du Rhone Avignon, no son baratos, y terminar con unos Calissons unos bombones característicos de la zona.
Ah, para los amantes del tinto les recomiendo visitar las bodegas legendarias que rodean la ville, donde se pueden hacer degustaciones y adquirir vino. Las más famosas son las enclavadas en las tierras de Chateauneuf du Pape.Y a partir de aquí, que cada uno se fabrique su viaje, que como las identificaciones, deberá ser personal e intransferible.