martes, 14 de abril de 2009

Rincón en Venecia. Isola de Burano,bordados y ropa tendida.


Una vez visitada Venecia, se hayan comido la caja de chocolate de una sola vez como dijo Truman Capote, disfrutaron navegando por sus infectos canales, tengan hechas las fotos y les hayan clavado los seis eurazos de rigor por un café en la Piazza San Marcos, entonces se relajan, van a la parada del vaporetto y piensen en dedicar una mañana a los alrededores de la ciudad de la peli de Luchino Visconti que tanto entusiasmaba a Alfonso Guerra.

Pues bien se dirigen a la parada del vaporetto llamada Fondamente Nuove, en el canal del mismo nombre frente al teatro, y en cuarenta minutos más o menos, llegaran a esta pequeña pero encantadora isla. Tambien lo pueden hacer desde la isla de Murano, si se les ha ocurrido ir a ver las fabricas de los caros y famoso cristales.

Lo primero que llama la atención antes de llegar a la isla, ya desde el mar, son las construcciones. Están pintadas en colores muy llamativos, dando así al lugar una apariencia increíble y que en función de la luz, yo recomiendo la vista por la mañana, nos muestran un juego cromático espectacular, siendo un reto para cualquier mortal que lleve una cámara.

Los isleños se dedican fundamentalmente a la pesca, que surte a Venecia y que se puede degustar en algún restaurante recomendable de la Piazza Galuppi. El almuerzo, regado con vino Chiaretto del Garda y rematado con una especie de grappa insular, producirá una agradable sobremesa y siesta en alguna de sus increíbles terrazas que dan al mar.

Otra, quizá la única otra, industria insular por la que es famosa son sus encajes. En la Isla de Burano es posible adquirir hermosas piezas de encaje hechas a mano con la mejor calidad, aunque hay que tener cuidado cuando los ofrecen baratos, porque suelen ser made in china

Afortunadamente Burano, no tiene mucha industria turística pero la isla en sí misma es un lugar muy atractivo. Uno de los que conviene visitar es la Iglesia de San Martino que tiene un impresionante campanario inclinado, déjense perder por sus callejones y canalettos y si aun no han visitado el paraíso griego de Santori, que Burano sea un aperitivo.