Hoy les quiero llevar de paseo por dos lugares que a mí me parecen especialmente encantadores, con dos estilos diferentes y con la suerte de estar uno a continuación del otro. En el primero, Sacre Coeur, contemplaremos un singular monumento y desde allí, descenderemos dando un paseo por unos los barrios más típicos de la bohemia parisina, Montmartre.
Desde cualquier punto de la Ciudad de la Luz, en metro podremos llegar hasta la estación de Abbesses en la línea 12 en dirección a la Porte de la Chapelle. Desde la estación está perfectamente indicado la ubicación del funicular para ascender a la basílica. Se puede usar el billete del metro o pagar un euro y medio por los cinco minutos de arrulladita. Otra opción es subir a pie por una interminable escalinata, que da paso a la fachada de la iglesia y al pórtico de tres arcadas que la precede, por encima del cual, aparecen las estatuas ecuestres del rey Luis el Santo o Juana de Arco.
Una vez arriba, visitamos la Iglesia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús (en francés, Sacré Coeur) y que se consagró tras la invasión alemana, en 1919 con una campana muy historiada al ser una de las mayores del mundo, con un peso de casi diecinueve toneladas. Desde el punto de vista arquitectónico, es una curiosa mezcla de estilos románico y bizantino, teniendo cuatro cúpulas típicamente orientales. A mi me pareció una iglesia bastante tétrica, quizá por la poca iluminación que recibe por sus preciosas vidrieras y el silencio imperante, Desde el interior se puede acceder a la cripta, situada en el subterráneo, y a la cúpula, desde donde se admira una hermosísima vista de París que en días claros permite divisar hasta la torre Eiffel.
Después de la típica foto “..y al fondo Paris”, comenzamos el descenso agradable por Montmartre, el barrio de los pintores e inspirador de la famosa Boheme, que fue cuna de los impresionistas , de la bohemia parisina del siglo. XIX, y es un gustazo caminarlo en una bajada suave y disfrutar de su arquitectura, sus cafés, sus boulangeries y llegar en un lindo paseo hasta la plaza de Pigalle, haciendo el que guste, una visita al cementerio del mismo nombre en la Plaza de Clichy, famoso por albergar entre su nómina de muertos desde Alejandro Dumas novelista a Degas pintor, incluyendo a la famosa cantante Dalida, que por cierto tiene una estatua en un rinconcito del barrio. Este lugar simboliza el París artístico, quijotesco, apacible, y casi caprichoso que chifla a todo los románticos que por el mundo pululan.
El barrio, que es mucho barrio, permite también otra opción a los cinéfilos que se quedaron pillados con Amelíe. Esta el bar donde trabajaba que sale en la peli, café Deux Molins Rue Lepic 12, a casi cuatro euros un café, se puede visitar igualmente la frutería del señor Colignon, la puerta de la casa de la protagonista, el tío vivo y todo lo que le pueda interesar a los fans de la película. Toda la ruta está marcada en cualquier plano de Monmartre.
Finalmente nos encontramos con la Plaza de Pigalle y su avenida llena de lugares interesantes, pero Pigalle ya es otra zona y otra visita, pero antes de abandonar el el barrio si quisiera comentarles algo.
A mi, personalmente, despues de este romantico y evocador paseo lo que me apetece y hago, es sentarme en la plaza de Monmartre y disfrutar de un atardecer parisino frente a una taza de chocolate y con el alimento para el alma de los cálidos olores de la pâtisserie de la esquina. Realmente gratificante e impagable saborear este lugar y esta canción.
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